**************
Esta es la confusión,
de nuevo.
Día y noche:
no hay amanecer.
Temores y silencio;
pabellones y pasillos:
el derrumbe.
Meses detrás de mí,
me persiguen;
anhelos descompuestos,
una incesante desintegración
de los sentidos,
un abismo de destierros.
Sólo queda
asirse al naufragio,
sin merecer descanso.
He llegado:
mil años luz esperando
este lugar olvidado.
Las coordenadas han cambiado
Lo admito:
mi poesía
tiene el corazón perforado.
***************
jueves, 27 de agosto de 2009
lunes, 3 de agosto de 2009
.....
PATERNIDAD
El día que murió mi padre
no derrame una sola lágrima.
No imposte una falsa tristeza:
Me levante de la silla
en la que había dormido,
y me puse a mirar el horizonte
de la Ciudad de México
desde la ventana del hospital.
La oscuridad cedía ante el amanecer
y yo sentía algo parecido a la felicidad,
pero no era eso.
Recordé el sueño que tuve
mientras él moría a mi lado:
yo iba en el asiento trasero de un carro
y él iba manejando,
alejándonos de una ciudad
que siempre voy construyendo
cada noche.
En la radio sonaba
una canción.
Yo iba en el asiento trasero
y sabía que esa era su despedida:
Veía a través de las ventanas
como volvían a la vida
los momentos que pasamos juntos.
Cuando todo termino
mi padre no estaba ahí,
y el carro seguía su marcha.
Una enfermera me despertó:
ese sueño se volvió la batalla
perdida de una vida.
Y mirando desde la ventana
me puse a escuchar esa ultima canción.
Los días han pasado
y no puedo explicármelo,
pero sigo sintiendo esa oscura forma
de felicidad
que sentí en aquel momento.
No he llorado aun,
lo hice hace mucho tiempo.
*
El día que murió mi padre
no derrame una sola lágrima.
No imposte una falsa tristeza:
Me levante de la silla
en la que había dormido,
y me puse a mirar el horizonte
de la Ciudad de México
desde la ventana del hospital.
La oscuridad cedía ante el amanecer
y yo sentía algo parecido a la felicidad,
pero no era eso.
Recordé el sueño que tuve
mientras él moría a mi lado:
yo iba en el asiento trasero de un carro
y él iba manejando,
alejándonos de una ciudad
que siempre voy construyendo
cada noche.
En la radio sonaba
una canción.
Yo iba en el asiento trasero
y sabía que esa era su despedida:
Veía a través de las ventanas
como volvían a la vida
los momentos que pasamos juntos.
Cuando todo termino
mi padre no estaba ahí,
y el carro seguía su marcha.
Una enfermera me despertó:
ese sueño se volvió la batalla
perdida de una vida.
Y mirando desde la ventana
me puse a escuchar esa ultima canción.
Los días han pasado
y no puedo explicármelo,
pero sigo sintiendo esa oscura forma
de felicidad
que sentí en aquel momento.
No he llorado aun,
lo hice hace mucho tiempo.
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