lunes, 23 de febrero de 2009

Elegía, de Jorge Cuesta

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Bueno, soy fan de Jorge Cuesta...
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Elegía


Después de que mis ojos comprobaron que ya no la veía,
depués que mis oídos penetraban en vano el silencio
que sus ruidos abandonaron, sus paseos, sus palabras,
y que la muerte me dio una impresión certera y durable de su vacío,
la lluvia invadió súbitamente con su presencia nueva
mis sentidos desolados, y se apoyó mi vida en sentirla.
Y cuando alguien vino a hablarme de la civilización europea,
en vez de la lluvia, vi los trenes de Europa y sus paisajes a los lados,
los castillos que no hay en América y recordé el castillo de Windsor
y cuando me estiré para verlo hasta que se perdía.
Pero se trataba de la fatiga de la vida,
de la pérdida de su frescura religiosa,
de la revolución social y de los hombres que no tienen ninguna fe
y se asoman a los ruidos confusos para discernir una voz,
y ven las nubes informes para sorprender una figura.
¿Y yo qué fe tenía? Yo hablaba de la fe y eso me hacía vivir
durante ese momento como tenerla hace vivir más largamente,
y en los huecos de mi pensamiento y de mis palabras
renacía la lluvia y la puerta que enmarcaba sus hilos
y el tejado enfrente de donde escurrían los chorros más gruesos.
Pero hay todavía huecos que no se abren ya sobre otra cosa distinta,
que no ven a otra lluvia, ni a más imágenes ni a más recuerdos:
hay huecos que se abren sólo a un vacío silencio
de donde ella partió y donde nada crece.



Tomado de Obras reunidas 1: Poesía, de Jorge Cuesta. -FCE, 2003