viernes, 24 de octubre de 2008

Sobre los dardos rosas, de Karenth Castillo



Sobre los dardos rosas

Ráfaga:
a p u n t o
se clav
a

Esta-a-a-a-a-a-a-a-a-a-a-a-a-a-a-lla;
¡¡¡dispara!!!

El
tren
dormita
en el sur

cinco y treinta

madrugada

estela
r*o[j°a}

¡e-s_t-a_l-l_a!


En un errar altivo de los dedos...

escapa

e*l dardo
hipodermico

su-
su-
rro
del
letargo
de_/_/_/-/rra_/--/-/_pa

espera!:
quierodecirteque:

the yeah yeah yeahs:maps:chorus...

d_a_e_p_r_a_r_r_a_r_p_e_a_d

mon coeur

sur¨the[pink¬fondo\

:

Mis alaridos
de
melotron
por
tu
amor

:
dardos^r/o\s/a\s/>->->---------->

clavado
s

en tu coraz~z~z~z~o^o^o^o^o^n¬]



[Este poema es de una amiga que empieza a escribir. Se llama Karenth pero no Castillo (eso me lo he inventado), tiene 17 años y por el momento estudia en el cch sur,se va a quedar un cuarto año. Me pareció un buen poema para ir empezando.]

jueves, 16 de octubre de 2008

SOBRE EL VIAJE 3: "Ítaca" de Konstantin Cavafis



ÍTACA


Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los Lestrigones ni a los Cíclopes,
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los Lestrigones ni a los Cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no lo llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante tí.

Pide que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos antes nunca vistos.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes voluptuosos,
cuantos más abundantes perfumes voluptuosos puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en tu pensamiento.
Tu llegada allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguardar a que Ítaca te enriquezca.

Ítaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Ítacas.

Versión de Pedro Bádenas de la Peña

martes, 14 de octubre de 2008

SOBRE EL VIAJE 2: "El Viaje" de Charles Baudelaire


EL VIAJE


I

Para el niño, enamorado de láminas y mapas,
el universo es igual que su hambre ilimitada.
¡Ah, qué grande es el mundo a la luz de la lámpara!
¡Y qué pequeño el mundo para los ojos de la memoria!

Una mañana partimos, la cabeza en llamas,
el corazón hinchado de rencor y amargos deseos,
y vamos, al ritmo de las olas,
meciendo nuestro infinito sobre lo finito de los mares:

unos, felices de huir de una patria infame;
otros, del horror de sus cunas, y otros,
astrólogos ahogados en los ojos de una mujer,
la tiránica Circe de perfumes peligrosos.

Para no ser convertidos en animales, se embriagan
de espacio, de luz y de cielos encendidos;
el hielo que los muerde, y el sol que los quema,
borran lentamente la marca de los besos.

Pero los verdaderos viajeros sólo parten
por partir; corazones livianos, como globos,
jamás escapan de su fatalidad,
y, sin saber por qué, siempre dicen: ¡Vamos!

Aquellos para quienes el deseo tiene forma de nube,
y que sueñan, como el soldado sueña el cañón,
con inmensos placeres, cambiantes, desconocidos,
¡de los que el espíritu humano nunca supo el nombre!

II

Imitamos, ¡horror!, el trompo y la pelota
en su baile y sus saltos; hasta en sueños
la Curiosidad nos atormenta y mueve,
como un Ángel cruel que azota los soles.

Singular fortuna donde se desplazan los fines,
que no están en ningún lado, ¡y pueden estar en cualquiera!;
en la que el hombre no deja nunca la esperanza,
y para encontrar descanso corre siempre como un loco.

El alma nuestra es un velero que busca su Icaria;
una voz resuena en el puente: “¡Abre los ojos!”,
una voz, ardiente y loca, grita desde la vela:
“¡Amor… gloria… felicidad!” ¡Infierno!, ¡es una roca!

Cada islote señalado por el vigía
es un Eldorado prometido por el Destino;
la Imaginación que prepara su orgía
sólo encuentra arrecifes en la claridad de la mañana.

¡Oh, pobre el enamorado de países quiméricos!
¿Habrá que encadenar, habrá que tirar al mar
a este marino ebrio, inventor de Américas,
donde la ilusión vuelve más amargo el abismo?

Así, el viejo vagabundo, revolcado en el barro,
sueña, la frente alta, con brillantes paraísos;
sus ojos embrujados descubren una Capua
ahí donde la antorcha no alumbra más que un tugurio.

III

¡Asombrosos viajeros! ¡qué nobles historias
leemos en sus ojos profundos como mares!
Muéstrennos el estuche de sus ricos recuerdos,
esas joyas maravillosas, hechas de éter y astros.

¡Queremos viajar sin vapor, sin velas!
Para alegrar el tedio de nuestras cárceles,
traigan a nuestro espíritu tenso como una tela
los recuerdos rodeados de horizontes.

Digan, ¿qué vieron?

IV

“Vimos astros
y olas; y también vimos arena;
y, a pesar de choques e imprevistos desastres,
nos aburrimos mucho, como aquí.

La gloria del sol sobre el mar violáceo,
la gloria de las ciudades en el sol poniente,
encendían en nuestro corazón un ansia quemante
de hundirnos en cielos de reflejos engañosos.

Las más ricas ciudades, los más grandes paisajes,
nunca tenían la misteriosa atracción
de lo que el azar hace con las nubes.
¡Y siempre el deseo seguía inquietándonos!

–El goce aumenta la fuerza del deseo.
Deseo, viejo árbol abonado por el placer,
mientras engorda tu corteza y se endurece,
¡tus ramas quieren ver el sol más de cerca!

¿Vas a crecer siempre, gran árbol más potente
que el ciprés? –Sin embargo, hicimos cuidadosos
dibujos pensando en el álbum voraz de ustedes,
¡hermanos que encuentran bello todo lo de lejos!

¡Saludamos ídolos que engañan,
tronos recubiertos de joyas luminosas,
palacios labrados cuyo mágico esplendor
sería para nuestros banqueros un sueño de ruinas;

vestidos que embriagan los ojos,
mujeres con uñas y dientes pintados
y sabios cantores acariciados por serpientes.”

V

¿Y qué más, qué más?


VI


“¡Oh mentes infantiles!
Para no olvidar la cosa capital,
vimos, en todas partes, sin buscarlo,
de lo más alto a lo más bajo de la escala fatal,
el espectáculo tedioso del inmortal pecado:

la mujer, esclava indigna, orgullosa y estúpida,
que desconoce la risa y se adora y se ama sin asco;
el hombre, dictador goloso, libertino duro y ávido,
esclavo de la esclava, y torrente de cloacas;

el verdugo que goza, el mártir que llora,
la fiesta que condimenta y perfuma la sangre;
el veneno del poder que excita al déspota,
y el pueblo enamorado del látigo que embrutece;

muchas religiones parecidas a la nuestra,
todas subiendo al cielo; la Santidad,
que busca placeres entre clavos y espinas
como un delicado revolcándose en cama de plumas;

y la Humanidad que parlotea, ebria en su genio,
enloquecida ahora como siempre antes
y gritándole a Dios, en su furiosa agonía:
“¡Oh mi semejante, mi señor, yo te maldigo!”

Y los menos imbéciles, intrépidos amantes de la Demencia,
que huyen del gran rebaño acorralado por el Destino,
¡y se refugian en el inmenso opio!
–Este es el informe eterno de todo el planeta.”

VII


¡Amargo saber que se trae del viaje!
El mundo de hoy, monótono y pequeño,
de ayer, mañana y siempre nos devuelve nuestra imagen:
¡Un oasis de horror en medio de un desierto de aburrimiento!

¿Hay que partir?, ¿quedarse? Si puedes, quédate;
parte si es necesario. Uno corre, el otro se esconde
para engañar al enemigo funesto que vigila.
¡El Tiempo! Están, ¡ay!, los que corren sin respiro,

como el Judío errante, como los apóstoles,
no les basta ni el barco ni el vagón
para huir del gladiador infame; hay otros
que saben matarlo sin salir de la cuna.

Cuando al fin nos pise la espalda
podremos esperar y gritar: ¡Adelante!
Lo mismo que antes fuimos a China,
ojos fijos en la inmensidad, cabello al viento,

vamos a embarcarnos en el mar de las Tinieblas
con el corazón feliz de un joven pasajero.
Escuchen esas voces encantadoras y fúnebres,
que cantan: “¡Por aquí, los que quieren comer

el Loto perfumado!, es acá donde se cosechan
los frutos milagrosos de los que el corazón tiene hambre;
¡vengan a emborracharse con la extraña dulzura
de esta siesta que no termina jamás!”

En el acento familiar adivinamos el espectro;
nuestros Pílades,allá lejos, ofrecen sus brazos.
“¡Para refrescar tu corazón nada hacia tu Electra!”,
dice la que hace mucho tiempo besamos en las rodillas.

VIII

¡Oh Muerte, vieja capitana, llegó la hora! ¡Levemos ancla!
Este país nos aburre, ¡Oh Muerte! ¡Preparémonos!
Si el cielo y el mar son negros como la tinta,
nuestro corazón, tú lo conoces, está lleno de luz!

Derrámanos tu veneno para que nos reconforte,
queremos ir, tanto nos quema ese fuego la cabeza,
al fondo del abismo, ¡Cielo o Infierno!, ¿qué importa?,
¡al fondo de lo Desconocido para encontrar lo nuevo!

SOBRE EL VIAJE 1: "Brisa Marina" de Stéphane Mallarmé

Para mi amigo,
Carlos A. Medina Pedroza

Sobre los viajes tengo que decir poco: Un amigo viaja y de pronto todo se rompe, un lazo se corta y ya no puedes alcanzar a reconstruir los fragmentos de un pasado que te persigue. ¿Cómo construir ese rompecabezas donde faltan piezas? Y por otra parte, yo he viajado poco. Pero estoy listo para emprender un viaje. No fuera del país, sino más adentro de mí. Lo que siga sera consecuencia inevitable del viaje.




BRISA MARINA

La carne es triste, ay! Y he leído todos los libros
Huir! Huir lejos! Siento que los pájaros están borrachos
de estar entre la espuma desconocida y los cielos!
Nada, ni los viejos jardines reflejados en los ojos
detendrá a este corazón que se empapa en el mar.
Oh, noches! Ni la claridad desierta de mi lámpara
sobre el papel vacío que defiende su blancura
ni la joven muchacha amamantado a su hijo.
Yo partiré! Vapor que balanceas tu arboladura
leva el ancla rumbo a la naturaleza exótica!

El Aburrimiento, desolado por las crueles esperanzas,
cree todavía en el adiós supremo de los pañuelos!
Y quizás los mástiles inviten a las tempestades
para que un viento se incline sobre los náufragos
perdidos, sin mástiles, sin mástiles, ni islotes fértiles...
Pero, oh, corazón mío, escucha el canto de los marineros!

BRISE MARINE

La chair est triste, hélas! et j'ai lu tous les livres.
Fuir! là-bas fuir! Je sens que des oiseaux sont ivres
D'être parmi l'écume inconnue et les cieux!
Rien, ni les vieux jardins reflétés par les yeux
Ne retiendra ce cœur qui dans la mer se trempe
O nuits! ni la clarté déserte de ma lampe
Sur le vide papier que la blancheur défend
Et ni la jeune femme allaitant son enfant.
Je partirai! Steamer balançant ta mâture,
Lève l'ancre pour une exotique nature!

Un Ennui, désolé par les cruels espoirs,
Croit encore à l'adieu suprême des mouchoirs!
Et, peut-être, les mâts, invitant les orages
Sont-ils de ceux qu'un vent penche sur les naufrages
Perdus, sans mâts, sans mâts, ni fertiles îlots...
Mais, Ô mon coeur, entends le chant des matelots!