martes, 1 de diciembre de 2009

Heart and soul/One will burn...

Tiene tiempo que no escribía algo. En realidad siempre estoy escribiendo pero pocas veces paso esto al papel o al hipetexto. Por el momento estoy cansado de todo y creo que debería tomarme unas vacaciones del mundo entero, empezando por el ciberespacio. No publicaré nada en estas fechas venideras. Así que los dejo con un par de textos que he preparado para que no jodan con que no publico nada. Un par de lindos sueños que he tenido en los últimos y no tan últimos días. Espero a alguno le puedan gustar. Creo que a la mayoría les seran desagradables.



Bien, en fin, es todo.

Fin del comunicado.



Volveré a la blogosfera la próxima década.



Saludos.



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Écartélement



En la carnicería esta una señora esperando a que la atiendan. Luego estoy yo, viendo los diferentes cortes y partes de animales, al parecer en su mayoría cerdos. Las pieles cuelgan de ganchos. El suelo esta lleno de aserrín. La señora pasa a mi lado y mi turno empieza. Pido un pedazo de carne. El carnicero, detrás del mostrador tiene un asador donde cocina la carne, es viejo, sin cabello y tiene un bigote cano. También esta una señora gorda y vieja, partiendo pedazos de un cerdo. Lo destaza con paciencia quitándole las vísceras. Pido cinco pesos de carne, pero rectifico y después pido nueve. La señora deja su puesto y va por mi pieza y la parte, primero un pedazo grande y después uno pequeño. La entrega al carnicero y este la pone en una parte del asador que no esta al fuego. Este me pregunta si lo quiero cocinado para no perder el tiempo. Le digo que sí. Detrás de él la señora empieza a cercenar un hígado enorme de cerdo con mucha paciencia partiéndolo en pedazos iguales. El dependiente primero cocina el pedazo grande y después el pequeño. Cuando termina los envuelve con papel y los guarda en una bolsa, pero antes me pregunta si no quiero que les ponga un poco de clembuterol para que se hagan más grandes. Yo digo que no al ver la sustancia entre sus manos y le digo que así esta todo bien. Un niño llega a preguntar algo al carnicero y este se distrae un rato sin entregarme la carne. Veo a mí alrededor la calle y veo que casi cae la noche. Volteo y el aparador ha desaparecido. La señora esta destazando más vísceras de cerdo sentada en una silla. Hay un paquete de tortillas sobre una caja de madera. Le pregunto al dependiente si no puede venderme algunas para ahorrarme tiempo en la comida. No me hace caso. Tomo las tortillas y la bolsa de carne. Dejo mi pago y salgo de la carnicería.

Hacía el oriente la noche ha caído. Pero si miro hacia la calle aledaña el día sigue, como si fueran las tres de la tarde. Decido regresar a mi casa por este camino. Apenas he avanzado un par de casas y me empiezo a tambalear, choco contra los muros de las casas, pero no hay razón alguna para que suceda esto. Me detengo junto a una casa mientras alguien en bicicleta pasa por la calle, mirándome raro pero sigue su camino sin inmutarse más.

Camino hacia el otro lado de la calle donde se supondría habría un gran muro pero no existe más. Solo un gran paramo al cielo abierto con pasto verde. A poca distancia esta lo que pareciera ser una cerca de metal pintada de verde. Voy hacia esta para sostenerme y cuando llego me derrumbo entre las aberturas de la valla. Del otro lado se ve una depresión que va hacía una serie de edificios de color ladrillo que tienen una arquitectura extraña, pues pareciera que unos flotan sobre otros, que algo más lo sostiene y su geometría es desquiciada.

Una chica se acerca a mí seguida de un chico. La chica me parece atractiva, tiene el cabello castaño y la tez blanca. Sus ojos son marrones y su nariz es bonita. Es de mediana estatura. Pero hay algo que me aterra de ella. El chico es moreno y de cabello corto y negro. Tiene una playera blanca con adornos morados y se acerca a abrazarla. Ambos ríen. Sus sonrisas me causan dolor. Me derrumbo sobre el prado agarrado de la valla y veo que en medio de esta hay un orificio que va hacia adentro de la depresión, un orificio por donde cabría un niño y pienso que esta es la única forma en que puedo escapar.

Voy como puedo hacia el conducto e intento meterme pero parte de mi cuerpo se atora. La pareja se ríe de mí. Con todas mis fuerzas logro que la valla se mueva hacia la depresión, que al parecer, es la pendiente de una colina. De alguna manera logro pasar al otro lado pero destruyo parte de la cerca. La pareja ya no luce nada feliz, sino enojada y yo empiezo a recobrar mis fuerzas. Pareciera que los he hecho enojar. Soy como un juego para ellos y he cometido alguna acción que los ha hecho perder su diversión. No tengo tiempo para observarlos y darles más oportunidades de que sigan jugando. Me echo a correr hacia los edificios poligonales. No todos están flotando, pareciera que algunos sirven de base y sobre estos otros flotan mantenidos por alguna fuerza extraña. Algunos dan vueltas en el vacío. Yo soy la presa de esa pareja, pues ellos empiezan a perseguirme.

Llego hasta un pequeño parque donde hay un par de arboles, bancos y una pequeña fuente. Me escondo detrás de esta, pero ellos llegan rápidamente y tengo que salir corriendo hacia la puerta de uno de los departamentos, detrás de una maceta blanca de helechos. Ellos me ven y por un momento pareciera que se desinteresasen por mí. Se sientan en la fuente y comienzan a besarse abrazados. Yo los veo desde lejos pensando que ahora yo me he convertido en el cazador. Pero la chica voltea hacia donde estoy y tengo que volver a huir de su mirada que es insoportable. Corro entre las columnas de los pasillos, tratando de esconderme pero pareciera inútil. Sus miradas me persiguen. Están petrificados desde ese lugar, sus rostros expresan una gran felicidad y yo sigo corriendo sin dejar de verlos. Siento un gran dolor en el costado derecho del torso. Una gran desgarradura y mis fuerzas se esfuman y me empiezo a tambalear entre el pasillo. Paso frente a la mesa donde unas mujeres están tomando café. Veo a una y se me hace conocida. Siento un líquido caliente salir de mi nariz. Me llevo la mano hacia esta.

El pasillo esta por terminar e inicia una escalera a su costado. Pero no alcanzo a dar la vuelta. Me derrumbo unos pasos delante de esta. Una pareja esta en un montículo en forma de rectángulo fornicando. Veo sus rostros. Son amigos míos y entonces volteo a ver mis manos que están manchadas de sangre. Me sale por la nariz y la boca. En mi torso hay una gran abertura de la cual emana también. El dolor es inmenso. Vuelvo a verlos. Han parado de fornicar: uno es un amigo mío de la preparatoria; la otra es una amiga mía de la primaria de la que estaba enamorado. La pareja que me ha herido se acerca a mí. Volteo mostrándoles una sonrisa manchada de sangre.



No sé como empezar de nuevo…



No. El camino es largo pero no es lo que aparenta. Es una negación en si mismo del tiempo. Es largo pero no lo es. Entro a una tienda de discos. Todo esta en su lugar, es pequeña pero hay cosas que nunca me imagine ver. Discos de tex mex y de música tropical, discos de Mana y de Fey. Un disco de Selena, todo es muy extraño y todo arde en llamas. El lugar entero. Salgo de ahí y sigo la línea recta, la ciudad es un mutante y cada una de sus estructuras se desarrolla de una forma distinta: al metro le crecen más estaciones, más subterráneos, más escalones hacia todas direcciones. La avenida cambia brutalmente, a cada rato las casas que estaban ahí son substituidas por otras. Y yo sigo caminando, sin detenerme y sin un motivo claro. El cielo se abre ante mi cuando la avenida llega a su fin. Un campo verde con estructuras futuristas que son transparentes. También hay una cabaña que dice: “Dirección de servicios deportivos”. Es el final de la avenida y yacen sobre esta los cadáveres de morsas en descomposición. Algunas son solos los huesos, pero en otras puede ver como se pudre la grasa y como miles de moscas colonizan sus cuerpos. El olor es muy fuerte, y un poco más la impresión de ver tantos cuerpos, algunos con la cabeza mutilada a la mitad. A lo lejos veo una cerca y gente con batas saliendo de esta. Son un par de científicos. Se acercan a mí preguntándome que es lo que estoy haciendo ahí. Yo no sé que contestar. Uno de ellos me dice que debo de alejarme. Pronto empezara la explosión y barrerá todo lo que esta construido en los alrededores. Las morsas son la clave.



Something in the headlines is wrong...



Veo a Brian Molko en el escenario y también a Stefan. Veo al nuevo baterista. Esto es algo así como Lollapalooza pero más marginal. Tocan “For what is worth”. Estamos en una carpa, una pequeña carpa y solo hay cinco personas más además de mi y la banda. Nadie más. La carpa es muy pequeña y siento vértigo de ver esto. No hay nadie más. Debería haber más gente, pero esto esta vacío y el grupo toca ante este público. Salgo de la carpa y veo que estoy en algo así como un festival de rock pero todo esta vacío. Solo hay carpas y equipo regado por un espacio grande, un bosque. Y nada más.

Veo a U y voy hacia él. Me dice que me debo apurar, que vaya con él a ver como tocan los Smashing Pumpkins. Me jala de la mano y vamos a través del campamento, pero no encontramos el escenario donde están tocando. Terminamos en el estacionamiento que es un paramo abierto en el bosque donde hay demasiados carros y muchachos emborrachándose. U desparece y yo busco si mi carro esta ahí. Me abro paso entre los vehículos estacionados en línea recta. Veo a toda esa gente desperdiciando su tiempo mientras en otro lugar suceden cosas que no habría imaginado ver. Veo la colina y a sus faldas, mi carro y junto a este mi familia. Mi padre. Voy hacia ellos, pero este carro no es mi carro, es el carro de mi padre y lo he confundido. Mi padre molesto me dice que busque el carro, que vaya rápido porque se quiere ir. Cuando volteo veo que todos los que están ahí tienen el cráneo rapado y usan abrigos con la misma señal. Son nazis y entiendo porque debemos de salir ahí. Trato de ignorarlos, como si nada estuviera pasando. Y voy hacia la salida pensando que ahí estará mi carro. Las anemonas flotan sobre el bosque.



Empiezo a escribir fragmentos diminutos…



Voy de regreso hacia mi casa por la acera del lado derecho que separa al mundo. Nada me preocupa. Veo el fluir inconstante de las naves sobre la avenida. Veo colores grisáceos avanzando sin parar. Así hasta que estoy a dos cuadras de mi casa.

Del lado en el que voy caminando aparece una perra de color amarillo claro, esta acostada y sin preocuparse. En la avenida, pequeños perros se lanzan hacia las ruedas de los carros pero todos los esquivan y no pasa nada más. Cuando el alto se pone, todos los perros regresan con su madre y esperan mientras yo paso a su lado. Cruzo el eje y cuando el verde vuelve, los pequeños perros vuelven a arremeter contra los vehículos sin cometer lo que parece tienen como objetivo. Yo sigo hasta mi casa pero me siento inquieto.

Entro a mi cuarto y tiro todas las cosas que llevo conmigo. Veo mi cara en el espejo, mi cara anodina que no expresa nada, pero hay algo dentro que esta inquietándome. Hay algo que no soporto y salgo de mi cuarto y casa. Corro hasta donde había visto a los perros. Siguen ahí, aventándose contra las naves en el arroyo pero no sucede nada más. Yo avanzo hacia ellos y los tomo entre mis manos, para dejarlos en la jardinera donde su madre esta recostada, pero ellos vuelven a saltar hacia la avenida y yo no puedo hacer nada. Solo tomar otro perro entre mis manos y repetir la operación durante lo que duré el siga en el semáforo. Después un momento de descanso y todo vuelve a ser como antes.

Tomo a un perro entre las manos y cuando estoy a punto de llegar a la acera algo me golpea. Caigo sin ruido alguno. En el suelo el cuerpo me empieza a doler y me siento muy débil como para levantarme. Trato con todas mis fuerzas de asirme a lo que me ha golpeado y apenas si lo logró, cuando veo que es a lo que me estoy agarrando, descubro que es una silla de ruedas con un hombre sentado en esta. El hombre me insulta por no fijarme. El hombre me insulta por causarle esta molestia y otro impacto sobreviene y me vuelve a tirar. Mis gestos quedan vacios. Siento aun más dolor que antes. Y trato otra vez de levantarme. Giro la cabeza y veo un taxi de color verde detrás de la silla de ruedas. Y detrás de este un camión de carga con una cabina. Se ha formado una caravana por mi imprudencia y los perros siguen saltando al arroyo mientras los carros continúan su marcha, pero no estos carros y no mi cuerpo. No puedo hacer nada por levantarme, lo único que puedo hacer es arrastrarme pero no me arrastro hacia la acera sino hacia donde esta el camión. Avanzo dificultosamente sollozando por el cansancio y el dolor. El chofer del camión baja y me escupe, mentándome la madre e inquiriendo otros insultos. No debería hacer otra cosa que no fuera ponerme a salvo, pero al contrario, me meto debajo del camión y me golpeo la cara con los mecanismos de este. Ahora siento un dolor más jodido que antes. Mi rostro sangra y mis ojos apenas pueden ser abiertos. Me tiro a descansar bajo la cabina y no quiero moverme de ahí. Me siento bien debajo de ese camión pero sé que tengo que salir antes de que arranque. No me muevo, sin embargo. Solo pienso en que debo de sentir el ritmo al que baja la sangre por mi frente. Nada más eso, tratando de evitar los otros dolores y el cansancio. Y lo hago, pero no sirve de mucho. Comprendo que ya va siendo tiempo de que salga de ahí. Comprendo que le chofer ha vuelto a subir a la cabina. Trato de arrástrame y no sé como demonios me muevo hacia el final del remolque. Veo otras llantas y me aferro a estas, no están en marcha y cuando me levanto veo que dos camionetas también se han estrellado contra el camión. Pero nadie me hace caso ni muestra disposición a ayudarme. Me paro como puedo y salgo hacia el otro lado del eje. El camión arranca y sigue su rumbo. Me sostengo de las paredes mientras vuelvo a casa. No quisiera avanzar pero lo hago. Cuando llego abro la puerta y me arrastro hacia mi cuarto. Agarrándome de los muebles me reincorporo. Cuando estoy cerca de la cama volveo hacía el espejo y mi rostro me parece mutilado. Poca sangres escurre por mi frente pero saltan un par de venas descarnadas y lo que parece mi cráneo de un color blanco azulado. Pareciera que mi rostro se ha desfigurado pero no es mucho. Me tiro en la cama y empiezo a llorar por lo que he visto pero sin hacer ningún ruido. Todo sigue en marcha. La ida sigue en marcha pero no mi vida.

Mi madre entra y me habla con una sonrisa diciéndome que me levante. Pero yo no respondo. Llama a más gente y todos me animan a levantarme. Mi respuesta es la misma, ninguna. Estoy tirado ahí y comprendo que permaneceré tirado hasta que la infección avance y entonces muera. El cuarto se llena de gente y se hace más pequeño. Ellos son mi compañía durante la eternidad.



Nuestros tiempos, un mecanismo de suplicio…



Alguien habla con D. Estamos en una vieja casa abandonada a las orillas del mar, las paredes están carcomidas por la humedad y manchadas por el humo de tanto tiempo. Por la habitación pareciera que la casa es de madera. Hay una ventana que da hacia la costa de donde viene poca luz por el cielo nublado. Pero la persona que habla con D me dice que no es que cielo esta nublado, sino que esta casa esta protegida contra la radiación con una pequeña capa oscura y por eso pareciera así. Es una mujer de nuestra edad o eso pareciera. Tiene los ojos negros y también el cabello. Su test es pálida pero a la vez oscura. Pareciera que su piel es gris. Toma un objeto y lo pone en las manos de D. Es una lata para filmes. D abre la lata y dentro de esta encontramos un cangrejo mediano de color naranja con el centro del exoesqueleto de color negro avanzando dentro de la poca agua salada que contiene el objeto. El cangrejo saca un par de apéndices color azul de su boca, y entonces alza el vuelo y escapa por la ventana rompiéndola. La mujer nos dice que debemos atraparlo antes de que suceda algo. Bajamos hacia la sala y salimos de la casa en búsqueda del cangrejo.

La mujer nos explica que el cangrejo es un organismo biomecánica que puede cambiar de forma y desintegrar todo lo que quiera con los apéndices azules que salen de su cuerpo, aunque parezca sorprendente, este mecanismo tiene voluntad. El cielo es de color verde radiactivo, y estamos cerca de la avenida Pino Suarez. Los edificios de los alrededores están devastados y no hay nadie que camine por este camino. Estamos dentro de la zona de que recibió las últimas afectaciones de la explosión. Cruzando el paso a desnivel la vida sigue. D dice que buscará al cangrejo por su parte mientras yo voy con la mujer. No decimos nada, solo caminamos viendo hacia el cielo en busca del mecanismo. Los edificios van desapareciendo. Se escucha el sonido del mar. También el de vehículos tras la barrera.

D ha encontrado al cangrejo y lo trae flotando pero este escapa. Parece que obedeciera algunas órdenes. Va hacia la parte aun no devastada. Nosotros vamos tras de él. Cruzamos la barrera y vemos el afluente vehicular de Tlapan y el metro. Todo parece normal pero a cierta altura se ve al cangrejo cambiando de constitución física. Su exoesqueleto se mueve. Algunas cosas empiezan a desaparecer. El cangrejo detiene su marcha y parece un reloj vivo. Se mueve lentamente y regresa a donde esta D. D le da órdenes de volver al compartimiento donde estaba. El mecanismo guarda sus apéndices y vuelve a su forma original. Regresa a la zona devastada desvaneciéndose en la lejanía. El mar se traga las casas donde el cangrejo ha regresado.



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P.S.

Sé que a nadie le importa, pero corrijanme por ahí algunos errores.





sábado, 19 de septiembre de 2009

!

Comentábamos algunas cosas acerca de un funeral en el que habíamos estado presentes.
Mi interlocutor decía que la música era una mierda. Aburrida y pasada de moda hace siglos. Qué pena que al muerto le hayan gustado esas canciones anticuadas, decía. Y yo, solo pude suponer que hablaba de marchas fúnebres o mariachi, pues yo no recordaba nada acerca de la música que habían puesto en el funeral. Pero mi interlocutor menciono algo acerca de riffs y acordes pasados de moda, quejándose del sonido industrial de las guitarras y los sintetizadores. Dentro de mí una partícula de horror se fusionaba con otras. Pregunté cuando había nacido la persona fallecida. Él me dijo que a principios de la década de los setentas del siglo pasado. ¿Y cuantos años tenía? Ciento tres años, al parecer. Entendí el motivo de mi miedo.
Dimos vuelta en la esquina donde finalizaba la calle.

jueves, 27 de agosto de 2009

w213h521a124t41ev41er,64 da lo mismo... (Poema simplón)

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Esta es la confusión,
de nuevo.

Día y noche:
no hay amanecer.

Temores y silencio;
pabellones y pasillos:
el derrumbe.

Meses detrás de mí,
me persiguen;
anhelos descompuestos,
una incesante desintegración
de los sentidos,
un abismo de destierros.

Sólo queda
asirse al naufragio,
sin merecer descanso.

He llegado:
mil años luz esperando
este lugar olvidado.

Las coordenadas han cambiado

Lo admito:
mi poesía
tiene el corazón perforado.

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lunes, 3 de agosto de 2009

.....

PATERNIDAD



El día que murió mi padre
no derrame una sola lágrima.

No imposte una falsa tristeza:
Me levante de la silla
en la que había dormido,
y me puse a mirar el horizonte
de la Ciudad de México
desde la ventana del hospital.

La oscuridad cedía ante el amanecer
y yo sentía algo parecido a la felicidad,
pero no era eso.
Recordé el sueño que tuve
mientras él moría a mi lado:
yo iba en el asiento trasero de un carro
y él iba manejando,
alejándonos de una ciudad
que siempre voy construyendo
cada noche.
En la radio sonaba
una canción.

Yo iba en el asiento trasero
y sabía que esa era su despedida:
Veía a través de las ventanas
como volvían a la vida
los momentos que pasamos juntos.
Cuando todo termino
mi padre no estaba ahí,
y el carro seguía su marcha.

Una enfermera me despertó:
ese sueño se volvió la batalla
perdida de una vida.

Y mirando desde la ventana
me puse a escuchar esa ultima canción.

Los días han pasado
y no puedo explicármelo,
pero sigo sintiendo esa oscura forma
de felicidad
que sentí en aquel momento.

No he llorado aun,
lo hice hace mucho tiempo.

*

jueves, 21 de mayo de 2009

ESTO ES UN COMPLOT!!!


CICLO DE POESÍA: LOS POETAS ESTAN EN DERECHO
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MIERCOLES 27 DE MAYO
13:00 Hrs.

Auditorio de la Facultad de Derecho de C.U.
"Benito Juárez"

Lectura de poetas nacidos en los ochentas

Karen Villeda
Manolo Mujica
Karen Plata
Sergio Ernesto Ríos
Roberto Banda (¡¿Je?!)

Entrada libre


Y por otra parte:


CASA DEL LAGO
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JUAN JÓSE ARREOLA

¡REPUESTOS DE LA INFLUENZA Y LISTOS PARA LEER!

ECOS III

poemas recién horneados

Una interesante propuesta de lectura
donde se conjuga la poesía
con:
lo escénico, el performance, la músíca, lo visual y las nuevas tecnologías

ENTRADA LIBRE

MIÉRCOLES 27 de MAYO (¡¡¡Mismo día!!!)
18:00hrs

Nicole Delgado
Eduardo de Gortari
Luis Arce
Aurelio Meza
Victor Ibarra
Roberto Banda (Sí, yo :S)



METRO AUDITORIO, ENTRADA POR REFORMA
RUMBO AL ZOOLÓGICO DE CHAPULTEPEC

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Como se puede ver, alguién esta haciendo un complot en mi contra...
¿Sera el chupacabras?

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lunes, 27 de abril de 2009

INFLUENZA

EVERYTHING

IN

ITS

RIGHT

PLACE

jueves, 16 de abril de 2009

Cuaderno de apuntes: Pasos de baile/Alfredo Leiva

*



"Todo, en esa manera poética y activa de considerar

la expresión en escena, nos lleva a abandonar el

significado humano, actual y psicológico del teatro,

y reencontrar el significado religioso y místico que

nuestro teatro ha perdido completamente."

Antonin Artaud







Fragmento dieciséis del cuaderno VI:

“Mientras me contoneo en la pista

pareciera que mi cuerpo empieza

a evaporarse…”



Fragmento ochocientos cincuenta:

“Hace tres años que bailo sobre los mismos

pasos. ¿Cuántas ciudades se habrán

derrumbado con la fuerza de estos?”





Fragmento dos del cuaderno III:

“Hoy en dado los primeros pasos seguros

en mi aprendizaje del baile:

salí de esa academia y me puse a buscar otra.”



Fragmento cincuenta y seis:

“Sin sorprenderme puedo ver como las calles

bailan a través de mis pies.”



Fragmento veinticinco:

“A veces pateaba colillas con los tacones

tratando de escribir el número treinta y seis.”



Fragmento cuarenta del cuaderno VII:

“…después de todo, la caída no tuvo mayor

consecuencia además de la muerte de mi instructora.”



Fragmento cinco del cuaderno XII:

“Al patear ese charco me di cuenta que

había destrozado una galaxia entera.”



Fragmento del último cuaderno:



“Determine que para aprender a bailar

tenía que escribir una obra de teatro.

Deje de ir a la academia de baile.”



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Alfredo Leiva (1987) es poeta. Estudia en el Bachilleres Nº. 3 y actualmente cursa su ultimo año. Se describe a sí mismo como polifacetico, buena onda y un poco loco. Desea estudiar Teatro.